Taryn Sheppard es una artista visual y arquitecta de formación cuya práctica investiga las condiciones psicológicas y perceptuales del espacio en la era posdigital. A partir de su experiencia en arquitectura, Sheppard construye modelos 3D ficticios que luego reinterpreta como pinturas al óleo, reinventando formas arquitectónicas que existen únicamente en la simulación. A través de este proceso, explora cómo las estructuras virtuales pueden, a su vez, tender un puente hacia la presencia humana, la percepción y el significado.

Esta nueva serie de obras, titulada Five Senses Here I Come, se sitúa dentro de una línea crítica del pensamiento arquitectónico. En la década de 1980, Juhani Pallasmaa abogó por una arquitectura que volviera a comprometer los sentidos, oponiéndose a los efectos reductores de un diseño dominado por la visión. Jean Baudrillard, en El sistema de los objetos, amplía esta crítica al señalar que el diseño moderno —especialmente cuando está mediado por la tecnología— separa la forma de la escala, el material y la resonancia emocional. El trabajo de Sheppard retoma estas preocupaciones, traduciendo las geometrías rígidas del entorno digital en composiciones ambiguas, atmosféricas y sutilmente desorientadoras.

La cuadrícula aparece repetidamente en sus pinturas, no solo como un recurso compositivo, sino también como una estructura conceptual. Al referirse al uso que hacía Superstudio de la cuadrícula —como símbolo y crítica del racionalismo modernista— Sheppard la presenta como una reliquia de los entornos de modelado digital: un andamiaje que sugiere control, pero que también revela un sistema al borde de la abstracción y el vacío.

Igualmente influyente en su práctica es Giorgio de Chirico, cuyos paisajes metafísicos convertían el espacio en un vehículo de tensión psicológica, misterio y una inquietud poética. Al igual que De Chirico, Sheppard concibe la arquitectura como algo más que un simple recinto físico: se convierte en un escenario para los estados interiores, la memoria y la ambigüedad existencial. En su trabajo, el modelado 3D se transforma en una especie de paisaje psicológico: ordenado, artificial, pero lleno de implicaciones.

El resultado son pinturas que habitan un espacio entre el diagrama y el sueño. Las masas flotan, proyectan sombras y permanecen deshabitadas. No son edificios funcionales, sino imágenes de una arquitectura desligada de la utilidad, silenciosamente expresivas de la distancia, la proyección y las atmósferas emocionales que construimos alrededor de la forma edificada.